En mi cienaga de espasmos
las alegrias aletean tu cuerpo,
y mi sexo te roe
con un puñado de cuervos hambrientos.
Hasta donde inundarme
hasta donde
las escamas de mis serpientes
se despiden de la piel ajena.
El paseo de tus muslos en mi manos,
es solo un boleto de ida.
Ema V.
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